La mayoría de las células de los organismos multicelulares no pueden moverse para obtener oxígeno y nutrientes, ni para eliminar el dióxido de carbono y otros desechos. En vez de ello, para satisfacer tales necesidades cuentan con dos líquidos, la sangre y el líquido intersticial. La sangre es un tejido conectivo que se compone de una porción líquida, el plasma, y otra celular, que consiste en diversos tipos de células y fragmentos celulares. El líquido intersticial baña las células del cuerpo. El Oxígeno que llega a los pulmones y los nutrimentos absorbidos del aparato digestivo se transportan por la sangre a los diversos tejidos. Tanto uno como los otros se difunden de sangre al líquido intersticial, y de éste a los tejidos. El dióxido de carbono y otros desechos se desplazan en la dirección opuesta, de las células al líquido intersticial, y de éste a la sangre. Luego, ésta los transporta a diversos órganos, como los pulmones, riñones, piel y aparato digestivo, para su eliminación del cuerpo. La sangre no sólo transporta diversas sustancias, sino también ayuda a regular distintos procesos vitales y brinda protección contra enfermedades. Pese a la similitud en sus orígenes, composición y funciones, la sangre difiere de una persona a otro tanto como la piel, huesos, la sangre difiere de una persona a otra tanto como la piel, huesos y pelo. Los profesionales de la salud examinan y analizan de manera rutinaria tales diferencias cuando intentan en averiguar la causa de enfermedades. La Hematología es la rama de la medicina que se encarga del estudio de la sangre, los tejidos formadores de la misma y las enfermedades relacionadas con ellos.